Alberto NoShibari lleva muchísimos años atando, acumulando experiencias y reflexionando, entre otras cosas, sobre cómo desarrollar un estilo propio. Al oírle hablar se hace evidente que siente auténtica pasión por las cuerdas. Charlamos durante más de dos horas, repasando la última década de shibari en España e intercambiando opiniones sobre el momento actual. Le podéis encontrar en su web.
¿Cómo te definirías como atador en tus propias palabras?
Me definiría como un atador que intenta hacer un shibari occidental contemporáneo tras haber pasado la gripe del japonismo. Intento entender a través del shibari mi propia relación con las cuerdas y crear una estética propia, una expresión personal. El shibari hasta ahora lo entendíamos como algo puramente japonés, pero creo que los occidentales estamos alcanzando una cierta autonomía estética y técnica.
¿Cuándo y cómo empezó tu interés por las cuerdas y las ataduras?
Con diez años até a mi prima en el campo, jugando a indios y vaqueros… Me acuerdo como si fuera hoy. Estando ella atada en el suelo apareció a lo lejos mi tía, y de repente tuve la sensación de estar haciendo algo malo. La desaté rápidamente, a escondidas… Por supuesto solo estábamos jugando, pero se mezcló una sensación que con la distancia puedo definir como morbosa. Más tarde conocí a Kuss, mi pareja, hace unos quince años… Y cuando me preguntó si querría atarla apareció de nuevo esa pulsión. Me hice un poco el interesante, pero internamente estaba aplaudiendo. Y empezamos a trabajar con cuerdas desde la más absoluta ignorancia, sin saber muy bien qué hacíamos. Comprábamos cuerdas en el Decathlon y hacíamos cosas muy extrañas pero que nos erotizaban completamente. Localicé recursos en Internet: por aquel entonces no distinguía entre las mujeres atadas en las webs pornográficas americanas y las chicas japonesas, que también aparecían atadas pero con una estética y un morbo muy diferentes… Paralelamente, buscamos el ambiente kinky de Barcelona, con cierto miedo o recelo porque entonces el ambiente era más cerrado. Empecé a conocer gente en alt.com… Y ahí una amiga me invitó al Rosas para conocer a Kurt, de quien sabíamos que había estudiado shibari en Japón. Ese día Kurt tenía una visita con la que iba a tener una sesión de cuerdas. Y mi amiga le pidió a Kurt si podíamos verla. Le costó convencerle, pero nos dejó si nos quedábamos calladitos en las gradas. Para mí fue una revelación, porque además Kurt tenía ganas ese día… Fue una sesión impresionante.
¿Solo hubo cuerdas u otras actividades?
Principalmente cuerdas, porque cuando Kurt sacó un látigo mi amiga sugirió que nos fuéramos para darles intimidad. Yo estaba francamente perturbado: nunca había presenciado una sesión, y esa me hizo entender qué podía ser el shibari. Hicimos algún curso con Alfil, buscamos información…
¿Asististe a algún otro taller?
Kurt organizó un curso con Matthias Grimme en 2008, años más adelante, y ahí nos encontramos de cara con el conocimiento: cuando Matthias vio las cuerdas con las que veníamos nos tuvo que prestar unas de verdad. Nos enseñó el takatekote y su sentido, entendimos en qué consistía una suspensión bien hecha… Kurt estaba en contacto con el shibari tradicional, pero Matthias llevaba una trayectoria de desconexión, tenía su propio estilo minimalista. Su compañera, una mujer corpulenta a diferencia de lo que era habitual ver en modelos, hizo un espectáculo fascinante que fue clave para Kuss: un solo de autosuspensión, algo que ni sabíamos que existiera.
Por esa época estuvisteis un par de años en Madrid…
Dos años durante los que conocimos a la comunidad BDSM madrileña alrededor del Dark Sabbath de Dávide, con unas fiestas muy bonitas, de cien personas… Y no sabíamos muy bien por qué, pero cuando sacábamos las cuerdas en esas fiestas la gente se ponía alrededor a mirarnos. Nos encantaba. En esas fiestas empecé a darme cuenta de que las cuerdas servían para crear canales de comunicación, amistad y relación. Una persona organizaba reuniones los domingos en un garaje de Lavapiés. Lo usaba para aparcar las bicicletas, pero de vez en cuando organizaba cosas con sus amigos del mundo BDSM… Conectamos bien y me ofreció el local para organizar algún tipo de reuniones sobre cuerdas. En paralelo, una amiga buscaba gente para una suspensión múltiple en el campo… Decidimos en una noche de chat organizar una reunión mensual de aficionados a las cuerdas, para romper la soledad y conocer gente que pudiera participar en ese y otros proyectos. Así nacieron los “Encuentros de cuerdas”. No había interés económico: la gente pagaba diez o doce euros y nos lo gastábamos en banquetes comunitarios [Risas]. Se creó una comunidad con gente como Zor, Desper_TNT… El primer Encuentro de Cuerdas fue sonado: vinieron Kurt y Alfil gracias a una amiga común, pasaron el fin de semana con nosotros… Fue muy bonito.